La capital de Cuba es la ciudad más grande de las islas del paradisiaco Caribe, La Habana cuya zona antigua es patrimonio de la humanidad desde 1982, fue una de las principales capitales del mundo en los años 50, hoy parece detenida en el tiempo con su rodar de autos de esta época; está dotada de un encanto inigualable que nadie se puede perder.

De visita obligada son la Catedral, la Plaza de Armas, La Plaza de San Francisco, muestras de arquitectura colonial; El castillo de los tres Magos del Morro, donde diariamente se celebra el cañonazo para recordar la colonia; el barrio El Verado, con construcciones del siglo XIX muy eclécticas; el impresionante Capitolio, de estilo neoclásico; el Museo de la Revolución, la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, el edificio Bacardi y la plaza de John Lennon por solo mencionar un mínimo de la cantidad de sitios para ver y disfrutar.
Recorriendo el parque central de La Habana es posible percibir que su gente nace con la cultura circulando por sus venas. Allí se le da un gran valor al ballet en todas sus formas, de hecho es una ciudad obligada para presentaciones de bailarines reconocidos a nivel mundial, tienen espacios como el Gran Teatro de La Habana sede del Ballet Nacional de Cuba. Además, el país es un referente de música como el Jazz latino cubano, uno de los mejores del mundo, que también se puede disfrutar en la ciudad.
Visitar las calles y encontrarse con centros culturales puede ser una experiencia muy interesante, El Callejón de Hamel invita a la comunidad ha participar de manera artística en el espacio, el paseante se encuentra con danza, pintura mural, canto y folclore en general.

Tampoco hay que olvidar a los personajes importantes y míticos que han vivido en la isla, por ejemplo se puede visitar la casa de Hemingway que vivió más de 20 años allí. O cerca de la habana en Varadero la de Alcapone que hoy es un restaurante lujoso. O ver en el barrio Miramar un simbólico edificio construido por Oscar Niemeyer.
La gastronomía es muy diversa, existen las famosas “paladares” que son restaurantes que en muchos casos son casas familiares que abren sus puertas y venden la comida, dándole un toque más interesante al acto de comer en la Habana, hay que probar la auténtica comida criolla, plátanos fritos, yuca, arroz con frijoles y la llamada ropa vieja o carne desmechada.
El visitante no puede marcharse sin ir al lugar preferido por los cubanos y donde se desarrolla gran parte de la vida diaria, El Malecón, aquí se evidencia como en el resto de La Habana que el ritmo de vida es tranquilo, pausado y sin prisa donde el baile, el arte y la cultura son acompañamientos diarios que quitan las penas.
Escrito por María Fernanda Sanabria